De madrugada salgo a navegar,
cuando el mar aún conserva la calma.
Mi mente está en blanco
y mi cuerpo es tan blando
que podría hundirme en él.
Me preguntas “¿esto es de verdad,
o es un engaño más de los que ha urdido el demonio contigo?”
Yo digo “¿y yo qué sé? Rema y después veré
como parecer alguien bueno.”
Y la fiesta se acaba ahora que ella empezaba
a sentir que aquel juego era un plan.
Le digo “ven, sígueme”, ella asiente y sé que
todo recomenzará esta noche
y mañana dios ya dirá lo que hacer
(entre tanto, remar),
y si vais a buscarme hacedlo allí:
en cierto lugar, a mil millas o más,
al norte de mí.
Al final, yo, como siempre, opto por encogerme
y tender así a desaparecer.
Así que sólo tenéis que encontrar un bar frente al mar
y una vez allí preguntadle al viejo borracho
y él os dirá: “buscad a mil millas, o tal vez más,
al norte de Nacho”.
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