El Triunfo era una ceremonia religiosa
de carácter festivo,cuya apoteosis
se alcanzaba con el magnífico desfile,
a través de una Roma repleta de ciudadanos
que vitoreaban a los héroes bajo
miles de guirnaldas y adornos.
A la cabeza desfilaban los magistrados
en ejercicio y los senadores.
Tras ellos, el botín capturado al enemigo,
a hombros de los legionarios junto con
grandes pinturas y gigantescas maquetas de
hasta cuatro pisos de altura,representando
con todo lujo de detalles los pormenores de la victoria.
Los prisioneros de más alta alcurnia,
que también eran transportados a hombros
sobre plataformas junto con armaduras capturadas,
les seguían. También un carro de oro tirado
por cuatro caballos blancos y conducido por
un esclavo en el que iba el general victorioso
vestido con túnica y toga púrpuras ribeteadas en oro,
con las manos y el rostro pintados de rojo,
sosteniendo en una mano un cetro de oro y en la otra
una rama de olivo. A su espalda, otro esclavo
sostenía sobre su cabeza una corona de laurel
y le murmuraba continuamente al oído:
"Recuerda que no eres un dios".
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