la tristeza por morder el gran placer de
haber querido a alguien tanto, y se ha
acabado y no sé en quien me abrazo,
si no me fío de aquellos que abren los brazos.
El detector de metales muestra el resto
del error cometido, no siendo eliminado.
Me siento traicionado y ahora estoy que
lloro incluso si todo va bien, sigo atascado
en que no valdrá la pena dar fe en la gente
si mañana se me alejan, y es que el camino
es muy oscuro y tan estrecho que no me
sirve ni sacarte en blando el pecho.
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