Cuatro mil días después de aquel año
obcecado, detecto que al fin te dignaste
a cumplir con la cita inaudible, y me
alegro, y me enfado a la vez.
Después de estudiar con cuidado este caso,
ejerciendo a la vez de fiscal y abogado,
de juez imparcial, sentencio lo nuestro,
diciendo que el fallo más grande pasó
por guardar solamente los días más
gratos, y olvidar los demás.
Mirarte de frente, y admito en voz alta
que no pocas veces he sido tentado en
coger mi esperanza y lanzarla sin más
a la fosa común, donde yacen los sueños
que nos diferencian, tal vez, ¿has
pensado en renunciar? yo aún no.
Tal vez, ¿te conseguiste equilibrar? yo aún no.
Ven a romper las ventanas, ven a gritar como
antes, ven a romper las ventanas y hacer del
caos un arte, voy a romper tus ventanas
y voy a entrar como el aire.
Debo decirte que los cuchillos que vienen
en esta baraja te permiten jugar con amplitud.
Nunca temas las distancias,
la rueda más ancha es más eficaz.
De lo que tengo miedo es de tu miedo
a que lo veas todo igual, o a que
todo te sea indiferente.
Los cobardes mueren antes de tiempo,
los valientes murieron antes de ayer,
a veces pienso en perderte,
también a veces pienso en volver.
Cuidado con el fuego que enciendes,
no te quemes la cara otra vez.
De las cosas que entran por los ojos,
muy pocas de ellas entran de pie, así que
déjame de una vez, romper tus ventanas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario