jueves, 7 de abril de 2011

En el jardín de la duermevela

Necesito estar en movimiento
ahora que te vuelvo a ver lejos de mí.
Pero no queda ya ningún bar abierto
y los amigos, todos se han ido a dormir.
Y así comienzo a novelar
la historia de lo que será
cuando las cosas vayan a peor.
Y yo me veo casi igual que ahora
que no tengo nada
salvo la certeza del dolor.

O me sorprenderé gritando un día:
Puedes seguir con tu vida
que yo con la mía, si me dejan, seguiré.
Bien, todo sucedió según lo planeado
y ya luzco en mi antebrazo una purpúrea cicatriz,
y aún persiste en mí el deseo insano.
Nadie llega tan lejos si no es para seguir.
Y me sorprenderé gritando un día:
¡Ya valió la tontería!
Y con mi vida, si usted me deja, seguiré.

El hombre gordo nos contaba
cómo él salió de la miseria,
pero un mal día lo encontraron
electrocutado en su bañera de oro y marfil.
Unos creen en la guerra,
otros en el paraíso.
Yo, por mi parte, sólo creo en ella.
Buscadme allí,
en el jardín de la duermevela.

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