qué sitio y entonces te escucho
igual que el que escucha de lejos
el trafico de su ciudad, y me pierdo
en inmensas preguntas que lucen
con esplendor y absurdidad.
Ya viví, sufrí y ame, y todo ¿para
qué? Hicimos el amor una vez
que sentimos el frío, y el resultado
fue, ya lo ves, más o menos como
en los erizos.
Cuando me quiero explicar mis
demonios se ponen groseros, me
insultan y entonces me entran las
dudas y le echo la culpa a mi género,
y a correr, y si surgen preguntas
pues dejo que surjan en su
esplendor y estupidez.