Conozco una pareja de cuervos, sé
que tienen un tiempo semejante al de
los hombres para vivir; podría visitarlos,
pasear juntos hasta los sauces de la orilla.
Hoy he hablado con alguien por quien
sentí afecto,le encontré satisfecho y
próspero; su enemigo murió. La
muerte siempre es de frío.
Ella tiene los pies como Marilyn Monroe
y una tierna indefensión en los hombros.
Están en una sala y la ventana
descorre sus cortinas a un atardecer
boscoso, pero es como si fuera
una esfera de cristal. No se miran.
Él la mira a ella. Ella a lo lejos. Hace ya
mucho tiempo que él la había soñado como
un aire de cigüeñas, una luz, y ahora estaba
allí. Cuántas vidas que no parecen ciertas
en una sola vida. Campanillas azules en la
mano. Él sabe que se irá. No hablan y el
momento está lleno de voz, voz acunada, lejana.
Tan incierta la luz, como en el sueño.